Visión del Camino de Santiago. La vida nos da sorpresas. El camino sonrie siempre al peregrino. Alcanzado el Puerto de El Acebo, linde entre la bravía Asturias y la dulce Galicia, ambas hermanas, la naturaleza se despliega majestuosa como un pavo real que abre sus plumas y, suntuosa, elegante, nos hechiza sin mediar palabra. La sierra se superpone en tiras desiguales, frisos de verdura que se soslayan, y, sobre el fondo, cada vez más invisibles, acaban recortándose los últimos montes envueltos en papel de seda. Aún se observa la niebla que lame las laderas de los cerros más lejanos. Y el espíritu del caminante, poco a poco, se encoge en el fragor de la belleza. Aquí me encuentro en el Puerto de El Acebo. Atrás queda Asturias, de la que tantas veces me he despedido con tristeza. Por delante, espera Galicia.
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