San Juan de la Peña (Huesca)
A través del Puerto de Somport, en las estribaciones pirenaicas y a poca distancia de la villa de Jaca el peregrino se encuentra con el Monasterio de San Juan de la Peña, que viene a ser para los aragoneses lo mismo que Covadonga para los asturianos: el principio de la denominada Reconquista de Aragón a cargo de las tropas cristianas contra el dominio casi absoluto de los ejércitos musulmanes. Lo primero que fascina es la disposición del monasterio excavado dentro de una amplísima oquedad lo que determina el aprovechamiento del espacio y las medidas de los diferentes piezas que configuran el antiguo edificio monacal. Se tiene noticias de que San Juan de la Peña ya está construido y ocupado en el año 920. Pero es en la época de Sancho el Mayor cuando se adopta la regla de San Benito, que prepara el período dorado durante los siglos XI y XII. Ya en la centuria siguiente la frontera cristiano-árabe se desplaza hacia el sur y determina el comienzo de la decadencia de San Juan de la Peña. El convento sufrió un incendio en el año 1675 que destruyó la totalidad del edificio, del que se conservan la primitiva Iglesia mozárabe, la Sala de los Concilios, otra segunda Iglesia, el Panteón de Nobles y, sobretodo, el célebre claustro. La consecuencia fue la construcción de un segundo monasterio en el prado de San Indalecio a finales del silo XVII. Piedras taraceadas en la roca forma la imagen de un monasterio que gozó de fama y honores a la par que encendió la llama del aragonesismo más puro.
San Salvador de Leyre (Navarra)
Siguiendo el camino se entra en Navarra por Yesa. Al pie de la Sierra, rodeado de una copiosa vegetación, el color rojizo de las piedras del Monasterio de San Salvador de Leyre contrasta con el manto verde del entorno. Se levantó sobre las ruinas de un antiguo monasterio en el siglo XI y ha tenido únicamente como huéspedes monjes benedictinos y cistercienses. Destaca el conjunto monumental de piedra que se asoma a las panorámicas bellísimas del embalse de Yesa. Pero tienen gran valor los elementos románicos que aún quedan, tales como la cabecera de tres ábsides de la Iglesia, la Cripta abovedada con arcos de medio cañón que descansan sobre columnas de corto fuste y la portada occidental o Porta Speciosa que tiene una riqueza ornamental e iconográfica extraordinarias. Como San Juan de la Peña ha sido panteón de reyes de Aragón, el monasterio de Leyre también lo fue de reyes de Navarra.
Santa Mª La Real de Nájera
Por último, sobresale con perfiles propios el Monasterio de Santa María la Real de Nájera, en tierras de Logroño. Fue fundado en 1032 y Alfonso VI lo entregó a los benedictinos de Cluny para su desarrollo y conservación conforme a la regla de la Orden. Sin embargo, actualmente no queda casi nada del primer período románico pues se reconstruyó a partir de 1422 de acuerdo a los nuevos cánones del arte gótico. Dos partes atesoran el interés arquitectónico del monasterio: la Iglesia, de espléndidas dimensiones, dotada de la sillería gótica más relevante de la Península, y el Claustro conocido como de los Caballeros, asimismo de gran belleza.
En los tiempos actuales el peregrino recorre los monasterios despacio, unas veces para encontrar descanso, otras para rezar, y otras para sentir entre sus paredes el silencio que la urbe le arrebató hace ya mucho tiempo.
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