
LA RUTA.-
A bote pronto, el primer hecho histórico que se recuerda de Pamplona fue la destrucción de sus murallas por el ejercito de Carlomagno en el año 778, cuando retornaba a Francia, después del fracaso de la conquista de Zaragoza. Este suceso fue el origen de la batalla de Roncesvalles, pues los autóctonos vascones vengaron aquella afrenta con una astuta celada en los bosques y valles más angostos de Roncesvalles. Lo que explica que, quienes asaltaron la retaguardia del poderoso ejercito de Carlomagno, no fueron razias musulmanas, sino vascones de Pamplona.
Pamplona es una ciudad agradable y antigua, de facturas medievales. El nudo histórico lo comparte la Plaza del Castillo, cuadrangular, porticada, en cuyo centro se erige el quiosco de la música, al que se sube por dos escaleras laterales. En el lado sur de la plaza hay una estatua de Carlos III el Noble, el más famoso rey de Navarra en el siglo XIV, y de allí se sale a la zona moderna de la ciudad. En cambio, por la vertiente norte se entronca con el núcleo antiguo, que parte del Ayuntamiento y se ramifica en calles de nombres tan populares como la calle Estafeta, la de Mercaderes etc. por ser corredores de toros en las fiestas de San Fermín.
Es famoso el Café Iruña, donde recalaba Ernest Hemingway cuando venía a celebrar los sanfermines. Fundado en 1888, un elegante rellano da paso al local interior de fábrica modernista.
Desde la plaza se accede a la catedral, construcción notable, por la calle Javier y la Dormitalería. Esta zona fue habitada durante la Edad Media por los naturales pamplonicas, que formaron el burgo de San Cernín, a la sazón separada intramuros de otros burgos poblados por francos y gentes de otras nacionalidades. Esta división interna quedó abolida por el Privilegio de la Unión, decretado por Calor III el Noble en 1423, dando paso a la unidad de los vecinos. La catedral es un edifico de estilo gótico, que a su vez ocupa el solar de una antigua iglesia románica, hoy desaparecida. El interior consta de dos naves laterales y una central, y un deambulatorio, como es habitual en las iglesias de peregrinación.
No es posible abandonar la ciudad sin antes no haber visitado, se sea o no taurino, la plaza de toros, que es el escenario principal de la fiesta de San Fermín, por principios de julio.
Se sale de Pamplona por el cuidado campus de la universidad pública. La sierra se va ensanchando, según se abandona la capital, para llegar pronto a Cizur Menor, en cuya parte izquierda está la iglesia románica sanjuanista del siglo XII, que perteneció a la Orden de San Juan de Jerusalén. En el otero opuesto figura la iglesia parroquial.
Poco a poco, comienza el ascenso a la sierra del Perdón, que se hace más penoso a partir de Zaraquiegui, que luce una bella portada románica perteneciente a la iglesia de San Andrés, y casonas con blasón de antigua hidalguía. Cuenta la tradición que un anciano peregrino padeció sed en este ascenso y que recibió la visita del diablo para aliviar su mal. Rechazó la ayuda y vino de bruces al suelo por la falta de agua, pero Santiago lo acercó en brazos a la fuente próxima, llamada de Reniega o de la Teja. La perspectiva de la meseta navarra es grandiosa desde el Alto del Perdón. Allí , a 770 metros de altura, desfilan en hilera las esculturas en hierro de Vicente Galbete.
La bajada por la vertiente sur de la sierra en dirección a Uterga está alfombrada de canchos y pedrizas, incomodos, y de encinares que se descuelgan. Las calles de Uterga se abren espaciosas con hermosas casas típicas de macizos vanos. Entre vastos trigales bañados por el sol de la tarde se llega a Muruzábal, uno de cuyos viales desvía al peregrino hacia Santa María de Eunate, a tan solo dos kilómetros de distancia. Es una de esas singulares y extrañas construcciones religiosas que orlan el Camino de Santiago. En medio del campo, solitaria, Eunate no tiene parangón con casi ninguna otra iglesia, de planta octogonal y una galería porticada de treinta y tres arcos, de la que se dice que fluyen energías positivas.
Desde Murazábal o Eunate se llega a Obanos. Aquí convergen los peregrinos que vienen desde Aragón, por el puerto de Somport, y los que vienen de Navarra, a través de Ibañeta y Roncesvalles, que es nuestro camino. El pueblo, de casona nobles, se abre a una plaza presidida por el ayuntamiento y la iglesia de San Juan Bautista, que tiene al lado un pozo de agua y una puerta medieval bien conservada. Pero, aún hoy, como un fantasma que recorre el pueblo, es significativa la leyenda de Felicia y Guillén, su hermano. Este asesina a Felicia y, como penitencia, pasa sus postrimeros días como ermitaño en los alrededores. Este trágico suceso es representado año tras año en el escenario del pueblo, merced a la dramaturgia del cura D. Santos Beriguistáin, declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional.
Ya se está en los aledaños de Puente la Reina.
Interior de la catedral de Pamplona Calle Mercaderes Murallas Plaza del Castillo Calle Mercaderes
Iglesia Sanjuanista de Cizur Menor Iglesia de San Emeterio y San Celedonio de Cizur Menor Camino de Guendulain Sierra de Pamplona Alto del Perdón
Santa María de Eunate Portalón de Uterga Los trigales de Muruzábal Casona de Obanos Puente la Reina
ALOJAMIENTOS.-
Cizur Menor
Albergue de la Orden de Malta: 7e.
Uterga
Hostal camino del Perdón: 60e.
Muruzábal
Albergue El Jardín de Muruzábal: 12e
Albergue Mendizabal: 15e
Obanos
Albergue Usda: 9e
Casa Rural Raichu: 50e.
Puente La Reina
Albergue Estrella Guía: 17e
Albergue Puente: 16e
Albergue Santiago Apóstol: 25e
Albergue de los Padres Reparadores:
Hostal Plaza: 40e
Hostal Rural Bidean: 59e
Hotel Jakue ***: 60e
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