Etapa 3ª Pamplona-Puente la Reina

LA RUTA.-

A bote pronto, el primer hecho histórico que se recuerda de Pamplona fue la destrucción de sus murallas por el ejercito de Carlomagno en el año 778, cuando retornaba a Francia, después del fracaso de la conquista de Zaragoza. Este suceso fue el origen de la batalla de Roncesvalles, pues los autóctonos vascones vengaron aquella afrenta con una astuta celada en los bosques y valles más angostos de Roncesvalles. Lo que explica que, quienes asaltaron la retaguardia del poderoso ejercito de Carlomagno, no fueron razias musulmanas, sino vascones de Pamplona.

Pamplona es una ciudad agradable y antigua, de facturas medievales. El nudo histórico lo comparte la Plaza del Castillo, cuadrangular, porticada, en cuyo centro se erige el quiosco de la música, al que se sube por dos escaleras laterales. En el lado sur de la plaza hay una estatua de Carlos III el Noble, el más famoso rey de Navarra en el siglo XIV, y de allí se sale a la zona moderna de la ciudad. En cambio, por la vertiente norte se entronca con el núcleo antiguo, que parte del Ayuntamiento y se ramifica en calles de nombres tan populares como la calle Estafeta, la de Mercaderes etc. por ser corredores de toros en las fiestas de San Fermín.

Es famoso el Café Iruña, donde recalaba Ernest Hemingway cuando venía a celebrar los sanfermines. Fundado en 1888, un elegante rellano da paso al local interior de fábrica modernista.

Desde la plaza se accede a la catedral, construcción notable, por la calle Javier y la Dormitalería. Esta zona fue habitada durante la Edad Media por los naturales pamplonicas, que formaron el burgo de San Cernín, a la sazón separada intramuros de otros burgos poblados por francos y gentes de otras nacionalidades. Esta división interna quedó abolida por el Privilegio de la Unión, decretado por Calor III el Noble en 1423, dando paso a la unidad de los vecinos. La catedral es un edifico de estilo gótico, que a su vez ocupa el solar de una antigua iglesia románica, hoy desaparecida. El interior consta de dos naves laterales y una central, y un deambulatorio, como es habitual en las iglesias de peregrinación.

No es posible abandonar la ciudad sin antes no haber visitado, se sea o no taurino, la plaza de toros, que es el escenario principal de la fiesta de San Fermín, por principios de julio.

Se sale de Pamplona por el cuidado campus de la universidad pública. La sierra se va ensanchando, según se abandona la capital, para llegar pronto a Cizur Menor, en cuya parte izquierda está la iglesia románica sanjuanista del siglo XII, que perteneció a la Orden de San Juan de Jerusalén. En el otero opuesto figura la iglesia parroquial.

Poco a poco, comienza el ascenso a la sierra del Perdón, que se hace más penoso a partir de Zaraquiegui, que luce una bella portada románica perteneciente a la iglesia de San Andrés, y casonas con blasón de antigua hidalguía. Cuenta la tradición que un anciano peregrino padeció sed en este ascenso y que recibió la visita del diablo para aliviar su mal. Rechazó la ayuda y vino de bruces al suelo por la falta de agua, pero Santiago lo acercó en brazos a la fuente próxima, llamada de Reniega o de la Teja. La perspectiva de la meseta navarra es grandiosa desde el Alto del Perdón. Allí , a 770 metros de altura, desfilan en hilera las esculturas en hierro de Vicente Galbete.

La bajada por la vertiente sur de la sierra en dirección a Uterga está alfombrada de canchos y pedrizas, incomodos, y de encinares que se descuelgan. Las calles de Uterga se abren espaciosas con hermosas casas típicas de macizos vanos. Entre vastos trigales bañados por el sol de la tarde se llega a Muruzábal, uno de cuyos viales desvía al peregrino hacia Santa María de Eunate, a tan solo dos kilómetros de distancia. Es una de esas singulares y extrañas construcciones religiosas que orlan el Camino de Santiago. En medio del campo, solitaria, Eunate no tiene parangón con casi ninguna otra iglesia, de planta octogonal y una galería porticada de treinta y tres arcos, de la que se dice que fluyen energías positivas.

Desde Murazábal o Eunate se llega a Obanos. Aquí convergen los peregrinos que vienen desde Aragón, por el puerto de Somport, y los que vienen de Navarra, a través de Ibañeta y Roncesvalles, que es nuestro camino. El pueblo, de casona nobles, se abre a una plaza presidida por el ayuntamiento y la iglesia de San Juan Bautista, que tiene al lado un pozo de agua y una puerta medieval bien conservada. Pero, aún hoy, como un fantasma que recorre el pueblo, es significativa la leyenda de Felicia y Guillén, su hermano. Este asesina a Felicia y, como penitencia, pasa sus postrimeros días como ermitaño en los alrededores. Este trágico suceso es representado año tras año en el escenario del pueblo, merced a la dramaturgia del cura D. Santos Beriguistáin, declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional.

Ya se está en los aledaños de Puente la Reina.

ALOJAMIENTOS.-

Cizur Menor

Albergue de la Orden de Malta: 7e.

Uterga

Hostal camino del Perdón: 60e.

Muruzábal

Albergue El Jardín de Muruzábal: 12e

Albergue Mendizabal: 15e

Obanos

Albergue Usda: 9e

Casa Rural Raichu: 50e.

Puente La Reina

Albergue Estrella Guía: 17e

Albergue Puente: 16e

Albergue Santiago Apóstol: 25e

Albergue de los Padres Reparadores:

Hostal Plaza: 40e

Hostal Rural Bidean: 59e

Hotel Jakue ***: 60e

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Etapa 2ª Zubiri-Pamplona (Iruña)

LA RUTA.-

Se entra en Zubiri por el puente de la Rabia, puente medieval de mampostería de piedra, fijado al suelo por un estribo central, que se resuelve en dos suaves pendientes, apoyadas sobre dos arcos idénticos. Según cuenta la tradición, las reliquias de Santa Quiteria, que tenía el poder de espantar la enfermedad de la rabia, fueron encontradas en el pilar del puente. Esta circunstancia hizo que los lugareños y visitantes afectados por esa enfermedad, diesen tres vueltas alrededor del puente para sanar del mal o paseasen a sus animales para curarlos o prevenir el daño.

El casco antiguo de Zubiri es un caserío pequeño, formado por una plaza cuadrada con casas, algunas travesías laterales, y una recia casona, desde donde sale un largo andador plantado de árboles. Lejos del pueblo, sobresalen algunas chimeneas de fábricas de magnesitas. Es agradable visitar la parte alta, donde el ganado pace en los prados, y el cementerio luce flores de colores a cuyos olores acuden las abejas.

La salida de Zubiri transcurre en un entorno mullido por la vegetación. Un duro repecho lleva al caserío de Ilarratz, de típicas casas navarras. El paso por Ezquirotz, una loma redonda poco habitada, es el vestíbulo de Larrasoaña.

Al pueblo se accede por el puente medieval de Los Bandidos, provisto de tres ojos pues, en este punto los saqueadores robaban sin piedad a los peregrinos, e incluso, los asesinaban. Una alargada vía central permite reconocer excelentes muestras de arquitectura rural, destacando una casa del año 1500, la más antigua. Desde el siglo XVIII dos cofradías se encargan de ayudar a los peregrinos en todo lo necesario.

De Larrasoaña a Aquerreta y Zuriaín, se va por un largo camino de densa y profusa vegetación, a veces junto al río Arga, bajo una umbría agradable. En Zuriaín es fácil encontrarse con manadas de ponis de raza autóctona, que se solazan sin levantar la cabeza.

Se sigue caminando junto al Arga hasta llegar a Irotz y, tras pasar el puente románico, se toma la senda paralela a la carretera, que conduce a Zabaldica. A esta altura del valle, el paisaje deja de ser tan natural, y se entra en una zona de repoblación forestal de pinos en las laderas. Sigue acompañándonos el bosque de ribera junto al río. En este lugar, es preciso desviarse ligeramente para visitar la iglesia románica de San Estebán, del siglo XIII. Es interesante el campanario, que se abre en lo alto de una torre rectangular, pues cuelgan dos pesadas campanas de bronce, una de las cuales es tenida por la más antigua de Navarra, del año 1377. Desde lo alto, hay bonitas vistas del valle de Esteribar.

El camino transcurre por Arleta, diminuto caserío, y encara la población de Villava, una vez se ha pasado el puente medieval de la Trinidad de seis arcos, sobre el río Ulzama, próximo a confluir con el Arga. Las aguas bajan cristalinas y es posible ver los vuelos del martín pescador a nada que se detenga el paso. Al otro lado del puente, está el antiguo hospital-convento de la Trinidad.

La alargada calle Mayor de Villava, merindad de Pamplona, de 10.000 habitantes aproximadamente, aboca a Burlada, a solo tres km. de Pamplona. Se acaba el paisaje rural y se sustituye por el urbano. Traspasado el puente medieval de La Magdalena y un crucero, que fue donado en 1965 por la ciudad compostelana, se recorren las murallas de Pamplona, y se penetra en el casco antiguo de la ciudad a través de la Puerta de Zumalacárregui o Portal de Francia.

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Etapa 1ª Roncesvalles (Orreaga)-Zubiri

LA RUTA

Los peregrinos de antaño, que venían de Francia y centro de Europa, llegaban a Roncesvalles desde el pueblo galo de S. Jean Pied de Port, hermoso pueblo atravesado por el río Nive, a través de dos caminos igualmente difíciles : O bien por Valcarlos y el Puerto de Ibañeta, más suave; o a través de la llamada ruta de Napoleón (pues por ahí atravesó el mariscal galo los Pirineos para invadir España), que llega al Puerto de Cize, más empinada y dura. S. Jean era el lugar de encuentro de todos los peregrinos.

Desde ambos collados, se desciende rodeado de bosques deliciosos de hayas, fresnos, avellanos y sauces, hasta el mismo corazón de Roncesvalles, inicio del Camino en España. En Ibañeta y Cize, ya a principios de julio y sobre todo, con la entrada del otoño, pueden contemplarse las migraciones de las aves (palomas, cigüeñas, patos, grullas…) procedentes de Europa, que buscan climas más cálidos como España y norte de África. Al año siguiente, en los albores de la primavera, ellas retornan a sus lugares de origen.

Roncesvalles no es propiamente un núcleo urbano provisto de población, pero asienta un rico patrimonio, formado por la colegiata, el antiguo hospital de peregrinos, la ermita románica y el osario. La Real Colegiata de Santa María es una fábrica de estilo gótico, construida a principios del siglo XIII, en la que se bendice y se despide a los peregrinos deseándoles toda clase de venturas. El acto de bendición tiene lugar todos los días al finalizar la misa de la tarde. Del antiguo hospital de peregrinos, obra del siglo XII, ya no queda nada en la actualidad. Fue refundado en el siglo XVIII, y sigue cumpliendo el papel de albergue como antaño. La Capilla del Espíritu Santo o Silo de Carlomagno es una sencilla construcción, probablemente del siglo XII, que, según cuenta la tradición, se erigió para acoger los restos del caballero Roldán y de sus inseparables, muertos en la batalla de Roncesvallles, del año 778. Al lado, la ermita de Santiago es una sencilla obra del siglo XIII.

A poca distancia, se muestra el atractivo pueblo de Burguete. Se pasa por una calle principal, flanqueada de típicas casas navarras. Las casas son de planta cuadrada, de dos pisos, con amplios ventanales protegidos por postigos, y la entrada a ellas se produce por anchos zaguanes empedrados, que ayudan a mantener una temperatura regular en los hogares. Los tejados están bien inclinados para el drenaje de las nieves, a veces copiosas, donde lucen macizas las chimeneas. Es llamativa la exposición de flores en los alfeizares y balcones, que ponen notas de color en las piedras de las fachadas.

Burguete, como otras poblaciones navarras, estuvo asociada a actividades brujeriles, pues todavía en el siglo XVI cinco habitantes fueron culpados de practicar la brujería y condenados a morir en la hoguera.

El valle de Erro, desigual, se prolonga desde Burguete hasta el puerto de Erro, comprendiendo los hermoso pueblos navarros de Espinal, Mezquiritz, Bizcarreta y Lintzoain. En este paraje, el llamado libro Pseudo-Turpín, uno de los cinco libros que compone el Códice Calixtino, sitúa la batalla de Roncesvalles, año 778, en la que la retaguardia del ejercito franco de Carlomagno es aniquilada por los sarracenos, según la épica juglaresca, o los vascones, según la historiografía más documentada. Otros historiadores la ubican en el alto de Ibañeta.

Todos los pueblos son de una factura similar al de Burguete, y es común el carácter lineal de los mismos al ser atravesados por una calle o arteria principal por donde discurren los peregrinos.. A los lados, los prados alternan con los bosques de hayas, robles y pinos, de reciente población. Desde Lintzoain se asciende por una zona boscosa y se llega al alto de Erro, después de dejar la localidad homónima. Esta parte nemorosa es un lugar ornitológico de primera clase, pues son muchas las aves que viven, singularmente el piquituerto, de variados y vivos colores. En el alto del puerto de Erro otra vez la mitología se cruza con la realidad y se muestran tres losas, que se conocen por los «pasos de Roldán», lugarteniente de Carlomagno, muerto en la batalla aludida.

Desde el alto se desciende rápido hacia el valle de Estéribar, largo valle que conduce a Pamplona, pero que deja antes el apañado caserío de Agorreta y, a poco, el de Zubiri, término de la etapa.

FOTOS

ALOJAMIENTOS (precios aproximados por persona y día).

Roncesvalles.-

Albergue de Peregrinos: 14 e.

Apartamentos Casa de los Beneficiados: 84 e.

Hotel Roncesvalles***: 84 e.

Hostal Casa Sabina**: 55 e.

Posada de Roncesvalles***: 90 e.

Burguete.-

Albergue Lorentx Aterpea: 15 e.

Casa Rural Bergara: 50 e. (2p)

Casa Rural Don Jáuregui de Burguete: 55 e. (2p)

Casa Rural Pedroarena: 45 e. (2p)

Casa Rural Txiqui: 60 e. (2p)

Hostal Burguete**: 39 e.

Hostal Rural Loizu***: 62 e.

Zubiri.-

Albergue de Peregrinos de Zubiri: 9 e.

Albergue el Palo de Avellano: 18 e. (litera en habitación compartida)

Albergue Río Arga Ibaia: 15 e.

Albergue Segunda Etapa: 16 e.

Albergue Suseia: 16 e. (litera en habitación compartida)

Albergue Zaldiko: 14 e.

Pensión Amets: 45 e.

Pensión Benta Berri: 35 e (2p)

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Nota: Todas las fotos son del autor del Blog.

GUÍA DEL CAMINO DE SANTIAGO. CAMINO FRANCÉS.

Cada vez son más los peregrinos que se aventuran a realizar el Camino de Santiago o, si se prefiere, los Caminos de Santiago, si bien es el Camino Francés el más habitual desde que se tiene conocimiento de las peregrinaciones. No es preciso abrumar con datos, pero los peregrinos que año tras año se suman a este periplo constituyen un caudal copìoso. Baste decir que el interés jacobeo crece desmedidamente.

Es por lo que me parece interesante y, sobre todo, práctico, escribir una Guía que pueda servir al peregrino a lo largo del Camino, e informarle de cuantos aspectos resultan pertinentes ( toponimia, naturaleza, monumentalidad, gastronomia y alojamiento), para hacerle el paso más seguro y el día a dia más llevadero. Obedezco, además, los consejos de algúnas personas que me han animado a emprender esta tarea.

El plan de trabajo es como sigue.

Centro la Guía del Camino Francés entre Roncesvalles y Santiago de Compostela ( siento excluir el Camino Aragonés, que también forma parte del Francés, sencillamente porque no lo he recorrido aún, y no sé si las ciscunstancias personales y familiares puedan permitírmelo algún día). De paso, añado que el camino se apellida Francés porque fueron sobre todo peregrinos de origen franco quienes inciaron esta ruta jacobea y porque la Orden Benedicitina de Cluny fue la que animó, propagó y realizó las principales obras de peregrinación en España y el resto de Europa, desde principios del siglo XI.

Como Guía que pretende ser, se articula el Camino en 31 etapas. Cada etapa consta de cuatro contenidos: El relato breve y objetivo de la etapa, en que se resaltan los lugares y signos artísticos patrimonales más relevantes; el croquis sencillo o diseño gráfico de cada etapa, que no es una copia cartográfica del suelo, pues esto se excede del propósito ; los alojamientos y restaurantes al uso más aparentes, que no forman una lista cerrada, pues tampoco es el propósito elaborar un catalógo minucioso de establecimientos de restauración; y, un contenido curioso, el tratamiento o referencia al espacio natural, fauna y flora, de los lugares por donde se va pasando.

Cada uno de aquellos contenidos se apoya en una base bibliográfica. La narración bebe fundamentalmente del libro que publiqué en 2018, titulado ¿Me equivoqué de Camino? Un peregrino en el Camino Francés. El boceto de la etapa está tomada de una de las mejores páginas web dedicada al tema jacobeo, conocida como https://www.gronze.com. Hospederías y restaurantes es un tema importante que está tratado con detalle en las Guías del Camino de Santiago de los autores Antón Pombo y José MªAnguita, de 2019 y 2014 respectivamente. Y el asunto de la naturaleza como espacio principal, encuentra la principal fuente en el libro de Luis Frechilla García, Camino de Santiago. Guía de la Naturaleza, 1999.

Por último, como esta Guía es para los peregrinos que van a Santiago, rogarles que disfruten con fruición de la plural belleza del Camino, que es espejo de una España tan plural como bella. Y recordarles que el Camino esconde tesoros que solo el buen caminante encuentra.

Abajo, mapa de algunas etapas del Camino Francés.

«Visión del Camino Primitivo: De Oviedo a Santiago».

Publicado el libro «Visión del Camino Primitivo. De Oviedo a Santiago», 2ª edición, fruto de mi estrecha y emotiva relación con Asturias y Galicia.

Fue el primero de todos los caminos a Santiago de Compostela, como explico en la introducción y muy brevemente en la contraportada, antes de que el Camino Francés fuera el itinerario general de todos los peregrinos europeos.

Lo pasé muy bien. Gran experiencia. El paisaje de esta zona de España, de belleza excepcional, las gentes y costumbres, y el patrimonio artístico –muy interesante-, constituyen atractivos únicos, que he intentado recoger y transmitir como peregrino y asturiano.

Estoy contento, después de un año de documentación y redacción. por el parto de este mi tercer libro. Para mí, el mejor, por dos o tres razones: Por primera vez, escribo y siento, siento y escribo acerca de mi tierra, Asturias. Estaba en deuda con ella, pues ha sido el escenario de mis primeros veinticinco años, probablemente los que más me han marcado. Por otro lado, me he esmerado como nunca en alcanzar un estilo propio, caracterizado por la búsqueda de la claridad y la precisión del léxico. Queda por mejorar aún el ritmo del período sintáctico, que es algo así como la música que acompaña al relato cinematográfico, en el que todo creador pone mucho empeño. Y por último, si la singladura me hizo feliz, de algún modo esto se trasluce en el conjunto del libro.

Hay además otro atractivo, en el que no tengo ninguna responsabilidad, y son las acuarelas magníficas de mi amigo Manuel Marco, que ha sabido recoger con maestría y pericia la identidad de un Camino.

Y con esto, ya voy cerrando el tema jacobeo, pues uno debe seguir su Camino y estar a otras cosas.

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Introduzco la entrevista realizada por Onda Cero Galicia, Gente Viajera, a propósito de la publicación. Debe buscarse en la siguiente dirección de Internet:

La Brújula de Galicia. Gente Viajera 04/09/2020. Onda cero. Programa de Luis LLera. Minuto aproximado 38.

Referencia publicada en el Facebook de la Sociedad Geográfica Española, con fecha 1 de septiembre.

Nota de prensa del Correo Gallego, de fecha 28 de agosto.

Facebook de la Federación de Amigos del Camino de Santiago, de 31 de agosto.

-Reseña de Círculo Rojo.

Entrevista realizada por Radio Autonómica de Asturias, el 17-09-2020 Programa «Noche tras noche». 21.horas Minuto 10′ en adelante.

-Reseña de prensa en Mundiario, con fecha 29-09-2020.

Facebook. Editorial Círculo Rojo.

-Reseña en la Revista Peregrino del mes de octubre.

Recensión ¿Me equivoqué de Camino?…

 

Fanjul Díaz J. Manuel, ¿Me equivoqué de camino? Un peregrino en el camino francés. Ed. Círculo rojo, 2018.  288 pp. 21×15 cm.

 

     En Punto al Camino de Santiago, el /A ya nos deparó hace unos años una obra que yo califiqué de “un libro sobre libros del Camino”. Y es que se había tomado el penitente y admirable trabajo de descubrir y observar la experiencia de esos autores Algunos de fama. Todos afanados en la empresa. No eran libros de guías, sino de autoguías. Unos (incluido el propio Fanjul) habían machacado el Camino a pie y mochila. Otros, a medias, pero todos deslumbrados, y no sólo por el Pórtico de la Gloria. Ahora, este libro se convierte en persona. Un libro en pie, como son las personas caminantes.

     El autor es el libro mismo y se dialoga a ojos vista. De dos maneras se habla uno consigo mismo. En el habla vulgar se dice que cuando uno habla consigo es que está loco. Le dicen que está zumbao. Pero no existe un antitético que diga: fíjate si es listo ese tío que hasta habla consigo mismo. Hablamos cada vez peor en letras afuera y en letras adentro orantes. Y yo creo que es porque no hacemos el Camino de Santiago como Dios manda.

     Por otro lado, la literatura de viaje siempre tuvo un angosto de intimismo (hasta en la poética), y eso a pesar de creerla externa por todas partes. Por todas partes menos por una, la del escritor cuyos ojos levantan las piedras del alma. Con razón decía Amiel que todo paisaje era un estado del alma. Como en Itaca, para el que viaja, tanto es ir como volver. Por eso hay que hacer los dos viajes interiores. Hasta cierto punto el de escribirlo al volver es un estado del alma. En un momento dado, este peregrino (pág. 216) se pregunta por su camino interior más explícito que nunca. Con lo cual responde a la interrogación del título del libro. En un día de niebla escribe que ésta esconde un misterio. “Otra parábola de la vida. Porque la vida es otro misterio como la muerte. No sé si vengo de algo y si voy hacia algún sitio. La nada no me satisface como respuesta, porque es muy simple. Pero tampoco tengo más respuestas. Sólo me encojo de hombros ante este hecho: lo más importante de la vida es un misterio, como esta niebla, que no sé qué esconde”. Hondas dudas. Todos los peregrinos del Camino (más o menos) se enfrentan a las dudas. Además de hablar con otros y reencontrarse de nuevo con otros. Niebla y soledad se ayuntan con frecuencia. Nuestro peregrino se acuerda de la soledad sonora de Juan de Yepes. Pero días después, sus pasos llegan al monasterio de Samos, y Fanjul rememora a al padre Feijóo y cuánto hizo desde aquí y Oviedo, desmochando supersticiones que agriaban la vida. Samos, el imponente, te abre el camino. Se inmiscuye aquí el A/, se ve entre los libros de literatura y de juventud universitaria de Asturias. El joven se pierde en lontananza y ahora un flashabasck (como en el cine) cruza por sus pasos. Para eso se necesita un escritor, y aquí lo hay en el peregrino. Avanzar adelante es quizás una suerte de volverte atrás. Aquí hay un escritor muy cumplido, en efecto. Hay que alabar la elección de pueblos y aldeas por donde va pasando. Los pueblos y su ruina, vida de piedras, es una de las desdichas en la España contemporánea y actual. En tal sentido, el peregrino es un testigo de valía a cada paso. Terruño que fueron en pie y hoy están por los suelos, ermitas, iglesias, paredes gruesas, hoy flacas. Con letras y fotos andan recogidas en este libro. Aquí el escritor sabe nombrar vocablos que tenían vida, pero parecen ya muertos. Nuestras aulas se pasman del olvido (de ver que no saben tal los alumnos). No así Fanjul. Ahí va una gavilla de ellos: esparcir, heniles, estibo, adarve, tajamar, pandas, postigos, alféizar, sahumar, recuesto, abacería, etc. Un buen engarce será siempre (como en Azorín) este: a caminos de antaño, voces de antaño. La escritura se parece a la comida. Necesita condimentación.

     Dice el A/ que este libro “no es un libro de viajes”, porque el libro es él mismo. Eso no es una ocurrencia, sino una querencia. Si pareciera un libro personalista sólo, entenderíamos mezquinamente el recorrido. En el año 2017 –según fuentes oficiales- más de trescientos mil peregrinos han seguido el Camino. Y seguir no es pasar de lado. En la portada del libro, quedó una interrogación de peso: “¿Me equivoqué de camino?” ¡Tranquilo, anda quedo, peregrino! Un buscador del Camino no se equivoca jamás.

                                                           Francisco Henares Díaz, catedrático y doctor en Filología.

¿Me equivoqué de Camino? Un peregrino en el Camino Francés

Ya publicado, mi nuevo libro, cuyo título figura en el encabezamiento. Es el relato personal del Camino Francés, una visión particular, a veces íntima, de la historia pasada y presente, de las leyendas que poblaron sus rincones, del paisaje variado de las regiones por donde pasa y sus gentes. En fin, una perspectiva subjetiva del actual Camino, eso sí, siempre emocionada y sentida, pues no hay relato sin pasión.

 

PUBLICIDAD DEL LIBRO:

-Añado el contenido de una entrevista hecha para una emisora de La Coruña a propósito del libro. Como se reproduce el programa entero, la entrevista comienza en el minuto 100.

www.ivoox.com/26849417

-Puede encontrarse asimismo publicidad del libro en Facebook Editorial Círculo Rojo.

-Acaba de publicarse en You Tube  una reseña del libro. Buscar por el título, seguido del primer apellido del autor.

-Existe otro video en You Tube, que hace nueva reseña del libro. La autora de la reseña es Isa Ramírez. Buscar de la misma manera que la anterior.

-La Sociedad Geográfica Española se ha hecho eco de la publicación en su página de Facebook. Asimismo, el libro ha pasado a formar de parte de su Biblioteca.

-El Centro de Documentación Jacobea de Carrión de los Condes ha acogido el libro  en los fondos de la Biblioteca.

.- Catalogado en la Biblioteca del monasterio de Sto. Domingo de Silos.

Santiago de España. Américo Castro

 

      Nacido en 1885 en Cantagalo, Brasil, y fallecido en 1972 en Lloret de Mar, representa una vida dedicada al estudio e investigación de la historia de España y su literatura. En este sentido la figura del eminente filólogo, Marcelino Menéndez Pidal, desempeña un papel influyente en la formación investigadora del escritor. Desempeña la cátedra de Historia de la Lengua Castellana en la universidad de Madrid desde el año 1915. Y desde esta privilegiada posición mantiene relaciones intensas con personalidades tan importantes como Ortega y Gasset y Giner de los Ríos. Durante la guerra civil española se marcha a Argentina y Estados Unidos, donde enseña literatura española en diversas universidades. Tras una vida de venturas y tribulaciones, pues mantuvo severas polémicas con otras colegas, como el historiador Claudio Sánchez Albornoz, viene a morir en solar hispano, dejando un rico y copioso heraldo cultural.

    En 1948 publica La realidad histórica de España, en la que plantea la teoría de que las raíces de lo español se fraguan en la Edad Media como resultado de la convivencia no siempre pacífica entre cristianos, árabes y judíos, cuestión que da paso a una de las controversias  más apasionadas del siglo XX acerca del ser de España. Pero en lo referente al asunto jacobeo, Castro dedica algunas páginas a  la figura del apóstol Santiago. Mantiene dos tesis importantes: la importancia del discípulo de Jesús en el devenir de la historia de España y la influencia o trasposición de los dioscuros a la imagen de Santiago, considerado como eficaz ángel exterminador de las huestes musulmanas en el proceso de expulsión del Islam de la Península Ibérica durante el medievo.

    Contestado por Claudio Sánchez Albornoz y, sorprendido por la virulencia de los ataques del historiador y otros afines, publica en 1957 unas cuartillas, Santiago y los Dioscuros, complementadas al año siguiente con el libro, Santiago de España, en los que explica con mayor profundización los asertos planteados de inicio.

     Según Américo Castro, la perspectiva ecuestre de Santiago que, con la espada en la mano, siembra la muerte y el desconcierto en el bando árabe, es la cristianización del mito griego de los gemelos Castor y Polux, llamados Dioscuros. La semejanza entre ellos es más que notable pues los hermanos intervienen, primero, en múltiples batallas de griegos y romanos en defensa de su bando, y segundo, lo hacen a lomos de un hermoso corcel blanco que se desliza de los cielos, sembrando mayor confusión en el lado hostil. Polux es además hijo de Zeus o Jupiter, Castor lo es de otro padre, del que Homero dijo que era el Tonante o el que gobernaba el trueno, de la misma manera que a Santiago se le reconoce para diferenciarlo de su hermano menor, el hijo del trueno. En resumen, la invención de Santiago como “matamoros” no es más que la traslación del mito pagano al cristianismo.

    La consecuencia, sigue sosteniendo Castro, es que Santiago Matamoros es un activo fundamental en la lucha contra el Islam, y un importantísimo apoyo anímico de las tropas cristianas para vencer y exterminar a su enemigo. Desde la aparición fabulosa del apóstol en la dudosa batalla de Clavijo, año 822, y de la presencia legendaria de Santiago y San Millán, esta vez dos santos, como Castor y Polux, en la contienda de Simancas en el año 939, el apóstol se convierte en un héroe cristiano y luego nacional, hacedor de la unidad de España en torno al credo cristiano. Con palabras del ilustre filólogo, Santiago es “una institución en el colectivo hispano”. Tan importante papel asignado a este santo determinó que fuese nombrado Patrón de España.

   Esta visión casi mesiánica de Santiago decidió, por ejemplo, que cuando se quiso hacer a Santa Teresa de Jesús copatrona de España, la reacción de los poderes tradicionales fue inmediata, resolviendo el patronato en favor de Santiago, cuestión defendida entre otros muchos por Quevedo, que fue un decidido santiaguista.

     La obra, en la actualidad poco leída, de Américo Castro resulta una pieza fundamental para conocer el origen y desarrollo de nuestra historia, incluso siendo un escritor de formación literaria y lingüística que, adoptando fuentes literarias, llega a conclusiones  muy interesantes y clarividentes del modo de ser del español. Sin duda, la formación filológica del sabio determina el carácter austero, templado y maravillosamente transparente del estilo literario del que hace gala en toda su obra, lejos del circunloquio y la retórica tan propios de otros.

  

  

    

  

Santiago Apóstol, patrón de las Españas. Juan de Contreras (Marqués de Lozoya)

 

         Juan de Contreras, Marqués de Lozoya, nace y muere en Segovia (1893-1978), pequeña y recoleta ciudad con la que estuvo sentimentalmente muy vinculado a lo largo de toda la vida. Estudia Derecho en Madrid y Filosofía y Letras, Sección de Historia, en Salamanca, doctorándose en ambas disciplinas de modo brillante. Catedrático primero de Historia de España en la universidad de Valencia, y posteriormente de Historia del Arte en la de Madrid, compagina la labor docente con la de investigador, de lo que resultaron sus dos magnas obras, la Hª del Arte Hispánico y la Hª de España, ambas de seis volúmenes cada una, que lo sitúan en un puesto importante de la erudición histórica española.

     Como consecuencia de su trabajo obtiene toda clase de honores, cargos y laudes de universidades, instituciones culturales y academias. En lo político es elegido como diputado conservador por la CEDA en la Segunda República Española y, más adelante, procurador en Cortes durante el régimen de Franco en la década de los años sesenta. En lo personal, el título de marqués le viene dado por el linaje de los Lozoya, a quienes el rey Carlos II otorgó tal mención en el año de 1689.

    Obrita menor, probablemente, es Santiago Apóstol, patrón de las Españas, publicada por Biblioteca Nueva, en 1940.

      Se inicia el texto en las primeras páginas con un Nihil Obstat por parte del censor Cecilio Santiago, que aprueba la publicación del libro; y se cierra en las últimas con la expresión “acabose de escribir este libro en la fiesta de Nuestra Señora del Pilar del año de la victoria”, proclama que, obviamente no tiene por qué afectar al contenido, pero que pone de manifiesto el protocolo del régimen autoritario instalado en el año de 1940.

     El esquema del libro es lineal y coherente. Los primeros capítulos están dedicados a la recuperación de la figura de Santiago, pescador y amigo de Jesús, tal como lo recogen los Hechos de los Apóstoles y los Evangelios; luego postula la predicación del apóstol en Hispania, especialmente su presencia en Zaragoza, según un códice latino del siglo XIII conservado en el archivo del Pilar; y por fin, trata la muerte por decapitación y el traslado del cuerpo a la costa de Galicia, donde allí habría de permanecer hasta el momento del hallazgo en el año 813. En todas estas cuestiones se mezclan la ficción y ciertos ápices  históricos, pues el mismo escritor titula uno de sus capítulos “La leyenda del Santo Enterramiento”, siguiendo los dictados del Códice Calixtino y de la tradición popular.

     Los capítulos intermedios se centran en el origen y formación de la ciudad de Compostela a partir del descubrimiento de la tumba del santo en el monte de Libredón, antiguo osario, y de la colocación de las primeras iglesias y monasterios en tiempos de Alfonso II El Casto y Alfonso III. Comienza así uno de los sucesos de peregrinación más importantes del mundo, junto a Jerusalén y Roma, que atrajo peregrinos de oriente y occidente. El autor recoge una larguísima nómina de peregrinos que visitan la ciudad, cada vez más afianzada y con mejores hechuras. Destaca el Marqués de Lozoya la preponderancia que tuvo el Camino Francés como principal arteria de comunicación de Europa con Santiago de Compostela, y las consecuencias culturales y económicas de esta peregrinación.

     Los capítulos finales tratan de asuntos puntuales, a saber, del origen de la expresión “Santiago y cierra España”, a partir de la intervención milagrosa del Apóstol en las batallas de Clavijo y de Simancas, aquella de dudosa existencia histórica; de la defensa de los peregrinos como labor principal de la Orden de Santiago, a la que dedica un detallado análisis de su formación y devenir; de la propagación a las Indias de la devoción por el santo, cuyo icono más repetido es el de Santiago “matamoros”; y de las huellas en la pintura, literatura y arte en general que dejó el Camino de Santiago en España.

     El sellado del libro lo fija un epílogo seguido de un apéndice. El epílogo es la exaltación en los tiempos precarios de la posguerra española del retrato militar de Santiago, que apareció en la historia de España como un caudillo galvanizador de las tropas cristianas hacia la victoria, y que sigue siendo ese conductor épico de los hombres patriotas, según el propio escritor. El apéndice es una andanada contra quienes de un modo u otro se han opuesto a la ortodoxia jacobea. Cita por ejemplo que el Arzobispo de Toledo D. García de Loaysa negó sin razón la predicación de Santiago en España, o que se desató sin ningún motivo en 1617 la idea de que Teresa de Jesús fuese co-Patrona de España con Santiago, o carga contra los constitucionalistas de Cádiz de 1812 por la anulación del “voto de Santiago”, porque advierte el autor que desde esa fecha España agudiza su decadencia imperial.

    Sin duda es un libro escrito con más ardor que razón, sentimental y romántico, de aciertos literarios en algún caso que, por el contenido laudatorio del apóstol Santiago, entrevisto como adalid de la causa cristiana contra el infiel, no pasa desapercibido ideológicamente.

Caminaron a Santiago. Relatos de peregrinaciones al fin del mundo. Klaus Herbers y Robert Plötz.

 

         Dos importantes  estudiosos del  tema  jacobeo son Klaus Herbers y Robert Plötz.

     Klaus Herbers nace en Wuppertal (Alemanania) en 1951. Desde 1998 trabaja como catedrático de Historia Medieval en la universidad de Erlangen-Nümberg y, entre sus numerosos cargos, destacan el de ser Miembro del Comité Internacional de Expertos del Camino de Santiago de la Xunta de Galicia, y el de Vicepresidente de la Sociedad Alemana de Santiago. Dedica gran parte de sus investigaciones al tema jacobeo, dando como resultado numerosos trabajos acerca del origen y formación del culto a Santiago, la propagación del culto a Europa, el Códice Calixtino o el tratamiento de los relatos de peregrinación. Algunos de estos contenidos quedan reflejados en una compilación de artículos, titulado Papado, peregrinos y culto jacobeo en España y Europa durante la Edad Media.

     Robert Plötz nace en 1942 en Nuremberg (Alemania) y fallece recientemente en 2017. Realiza estudios de Germanística, Historia y Folclore, y entra en contacto con el Camino de Santiago a raíz de su trabajo como lector de la universidad de Oviedo en 1967. Sin embargo, desarrolla su tarea profesional como director del Museum für Volkskunde und Kulturgeschichte de la ciudad de Kevelaer. Despliega una actividad fecunda en el ámbito de la cultura jacobea y, de este modo, es uno de los encargados de redactar el informe que sustentara la declaración por el Consejo de Europa del Camino de Santiago como el Primer Itinerario Cultural Europeo en 1987. Obtiene en 1999 la medalla de oro de la ciudad de Santiago de Compostela, como justo reconocimiento a su entrega investigadora.

      Ambos eruditos son coeditores y colaboradores de una recopilación de artículos sobre el tema jacobeo de veintiún volúmenes, que lleva por título Jakobus-Studien (Estudios sobre Santiago). Pero, sobre todo, una obra común de gran relevancia es Caminaron a Santiago. Relatos de peregrinaciones al “fin del mundo”, publicada con ocasión del año santo jacobeo de 1999.

      Se articula el libro en tres partes principales, a saber, un prólogo, el cuerpo propiamente o nudo central temático y un balance, según expresión de los autores, o epílogo a modo de cierre y conclusiones.

      El prólogo viene a contextualizar el fenómeno jacobeo, poniéndolo en relación con el culto a las reliquias de santos que, procedente de Oriente, se introduce en Europa a partir del siglo IV d.C. El Liber Sancti Jacobi o Códice Calixtino corrobora la existencia de las reliquias del apóstol Santiago en el extremo occidental de Galicia, lo que promueve una de las rutas de peregrinación más importantes del mundo, junto a las de Jerusalén y Roma.

     La parte central del libro se centra en primer lugar en el tratamiento de los orígenes del culto a Santiago en Galicia, para lo cual manejan los autores todas las fuentes narrativas, legendarias y documentales conocidas (los Martirologios de Floro, la Concordia de Antealtares, el Códice Calixtino o la Historia Compostelana, entre otros), y en su rápida difusión al resto del mundo cristiano, que supondría el inicio de las primeras peregrinaciones. Como consecuencia de esta vía abierta desde Europa, son muchos los peregrinos que asumen la tarea de redactar guías de peregrinación o relatos de viaje con la finalidad de dictar prescripciones sobre el camino a otros peregrinos (lugares, distancias, hospitales, portazgos, etc.) y valorar otras cuestiones (costumbres, tradiciones, gentes, paisajes). Los autores se aplican, por lo tanto y en segundo término, al estudio y análisis de algunos de estos cronistas del Camino de Santiago, situados entre los siglos XV al XVIII, a excepción del Liber Sancti Iacobi, considerado el primer relato europeo de viajes en el siglo XII y modelo de la mayoría de los libros posteriores. Un total de veinte escritores de distintas nacionalidades, aunque la mayoría alemanes, componen el objeto de estudio de este libro (desde los más tempranos señor de Caumont y Margery Kempe de 1417, hasta Nicola Albani de 1743).

      La parte final del texto cierra con una importante y natural conclusión. Que los relatos de viaje, un género literario de difícil caracterización, no contienen solo puntuales referencias de uso práctico que ayudan al éxito de las peregrinaciones, sino además conjeturas e impresiones sobre el tiempo y el espacio vividos de gran interés histórico.

     Se trata de un gran libro, escrito por eminentes profesores, cuyo uno de sus valores más relevantes es la profusión y manejo de fuentes y obras bibliográficas sobre el tema jacobeo. Si a eso, se añade el estilo desenfadado, ágil, a la vez que pormenorizado, claro y preciso, el resultado es el de un libro importante dentro de su género.

Gran Enciclopedia del Camino de Santiago. Diccionario de la cultura jacobea.

 

       El enciclopedismo, de origen francés, supuso la compilación y divulgación del saber científico a toda la sociedad europea del siglo XVIII. Ahora, La Gran Enciclopedia del Camino de Santiago viene a representar, como las primeras enciclopedias galas, el resumen y la propagación del saber jacobeo a toda la comunidad española y europea.

      Varias son en mi opinión las condiciones de una obra enciclopédica.

     La primera condición es la densidad de su contenido. Es una magna obra de 18 volúmenes, coordinada por Manuel F. Rodríguez, en la que participan un colectivo de más de sesenta investigadores y especialistas, fotográfos y diseñadores gráficos del Camino de Santiago, procedentes de diversos países. Consta de 4.000 páginas, más de 3.000 entradas, 2.000 fotos y 100 mapas, que da una idea del trabajo acometido y del ingente conocimiento atesorado.

        La segunda característica es el interés de los temas. No es solo cuestión de cantidad, sino de calidad en cuanto a la selección de asuntos y temas. El volumen 1º resume los contenidos de que trata, a saber, personajes históricos y legendarios que tuvieron que ver con los orígenes del Camino; investigadores y estudiosos, a excepción de los que están vivos y que, por lo tanto, engrosarán el futuro de la Enciclopedia con el paso del tiempo; personalidades que han impulsado el renacer del Camino en el siglo XX; peregrinos y el mundo del peregrinaje; textos y autores anteriores al descubrimiento del sepulcro supuesto de Santiago y posteriores al mismo suceso; toponimia, caminos y lugares del mundo relacionados con el fenómeno jacobeo; la música y la literatura; la semiología o los símbolos. En definitiva, la obra abarca el mayor haz posible de asuntos y, por lo tanto, integra admirablemente todo el orbe de contenidos jacobeos.

      No puede concebirse la vocación universal de la enciclopedia, si no va acompañada de un estilo claro, conciso, directo, preciso y objetivo. Otra de las condiciones. En este sentido, las entradas son expuestas de forma sencilla y transparente, lo que permite que la lectura sea fluida y fácilmente comprensible. Los tecnicismos y neologismos propios de las disciplinas son resueltos favorablemente mediante su adaptación a un lenguaje próximo y cercano. En cuanto a la precisión de las definiciones debe subrayarse la brevedad de los artículos, que se limitan a explicar esencialmente los aspectos fundamentales, alejándose de los circunloquios o falsa retórica. Y por fin, la objetividad es un hecho fácilmente constatable, pues se evitan matices o valoraciones de autor, por otro lado tan atrayentes, que puedan comprometer la cientificidad de cada una de las entradas.

       Por último, el objetivo final de los autores que inspiraron el enciclopedismo dieciochesco era la formación de las masas, pues existía la conciencia del cambio social mediante el fenómeno de la ilustración. En consecuencia, la enciclopedia nacía para todos y no solo para las minorías. Está clara está vocación de difusión a la inmensa mayoría de la Gran Enciclopedia del Camino de Santiago. La obra fue presentada en 2010 por sus promotores, y simultáneamente divulgada por diecisiete periódicos nacionales. La demanda de la obra alcanzó a lugares tan distantes como Polonia, Ucrania, Sudáfrica, además de los países de la Europa Occidental. En la actualidad, la edición parece estar agotada. Por lo tanto, la universalidad de la enciclopedia resulta un hecho evidente.

      Sin lugar a dudas, esta obra es un extenso manual de consulta de temas jacobeos muy importante, que desbrozará las dudas de profanos y expertos y, por consiguiente, hará más fácil el Camino desde cualquiera de sus orígenes. En realidad, esta obra, como la mayoría de los textos escritos frutos de la investigación, son el bordón imaginario donde el incansable peregrino de hoy encuentra el apoyo y la seguridad de otro orden intelectual.

Cancionero de los peregrinos de Santiago. Pedro Echevarría Bravo

 

    

        Pedro Echevarría Bravo nace en Villalmanzo, Burgos, en 1905. Es un músico de cuna que despliega una fecunda actividad en el ámbito de la composición, la dirección de orquesta y la investigación. Como director de bandas de música municipales tiene el honor, según confiesa, de dirigir al principio de su carrera las de Ateca y Daroca en Zaragoza y la de San Martín del Rey Aurelio en Langreo, Asturias. Luego dirige la banda de Tomelloso en Ciudad Real y la de Santiago de Compostela. De los encuentros con las tierras norteñas y sus gentes, con quienes el autor ha estado siempre muy ligado, surgen algunas creaciones musicales como La suite manchega, Por los campos de Montiel y Calatrava o La más guapina de Asturies, entre otras. También es el creador del Himno a Tomelloso. Pero el maestro Echevarría, como siglos antes lo hiciera imaginariamente el caballero, ingenioso e hidalgo, D. Quijote a lomos del flaco Rocinante, recorre una y mil veces las llanuras manchegas en busca de las melodías populares, su particular Ducinea. Fruto de esta ardua labor nace el Cancionero Musical Popular Manchego, 1955, que recoge unas trescientas melodías de sabor popular con sus letras correspondientes. En la década de los años sesenta recibe una beca de la Fundación Juan March para desarrollar trabajos de investigación en Francia y Holanda, suceso que determina la aparición del Cancionero de los peregrinos de Santiago, año de 1965, con dedicatoria “a Su Santidad Pablo VI, peregrino de la Paz”. Es miembro de la Real Academia  de Bellas Artes de San Fernando, Sección de Música, en 1951. Unos años antes de su fallecimiento en Madrid, en 1990, visita la cuenca minera asturiana buscando los recuerdos de sus inicios musicales.

  La edición que se utiliza es de 1971, y tiene la curiosa peculiaridad de que la página que da paso al capítulo primero ha colocado por error tipográfico el título Cancionero Jacobeo al revés. Se articula en cuatro capítulos, una riquísima recopilación musical, un epílogo y un apéndice de trece interesantes láminas jacobeas.

      En el capítulo I nos recuerda el autor la importancia que el canto tenía para todos los peregrinos europeos, pues no solo era la forma de congraciarse con el Santo, sino también la manera más natural de expresarse el caminante. Se canta, en último caso, porque sí, porque es una necesidad de la propia naturaleza humana. Y de entre los múltiples cantares se revela el que es tenido como la melodía emblemática del Camino de Santiago, conocido como el Ultreia, que era el grito que los Cruzados lanzaban al entrar en batalla, “Más allá”. Este canto es el más antiguo que se conserva, siglo XII, y se compila por primera vez en el Códice Calixtino, Liber Sancti Iacobi. Consta de un estribillo y seis estrofas que repiten el nombre de Iacobus (Santiago) en los seis casos de la declinación latina. El principio lo encabeza el famoso verso “Dum pater familias”. Algunos consideran la melodía de origen flamenco, pero Echevarria sitúa su nacencia en Galicia. Otros cantares posteriores ocupan el análisis del maestro.

    El capítulo II está dedicado a la manifestación literaria más extendida en España desde siempre, que es el Romance, popular y de transmisión oral, artería a través de la que el pueblo acaba siendo el verdadero autor de esta forma poética. En este caso, se recopilan dieciocho romances jacobeos de orígenes geográficos diferentes, que se producen nada más conocerse que la tumba del apóstol Santiago había sido descubierta en Galicia. Uno de ellos es el titulado Don Gaiferos de Mormaltán, trasunto de Guillermo X, Duque de Aquitania, que hace el Camino en 1137 y muere, según la tradición, en la catedral de Santiago. Este provenía de la Provenza y no es ningún despropósito la idea de la influencia de la lírica provenzal, amatoria, en las Canciones de Amor de la lírica gallego-portuguesa pues así lo avala la presencia de trovadores franceses en Compostela.

      El capítulo III contiene cantigas o canciones gallegas recogidas en los Cancioneros Galaico-Portugueses, que los peregrinos canturreaban por doquier. Sobre todo, son melodías y letras pertenecientes al Cancionero de la Vaticana, uno de los tres existentes, cuyo contenido alberga una tercera parte del total de las cantigas conocidas.

     Unas pocas páginas dedica el musicólogo en el capítulo IV a ese viejo instrumento que ilustrados como el Padre Sarmiento llamaron “zanfona” o “zanfoña”. Fue el instrumento de cuerda más usual en la Edad Media (las cinco cuerdas son frotadas con una rueda en vez de un arco con aspecto de un laud), que servía para acompañar los cantos y romances de los peregrinos en la ciudad de Santiago. Ya se conoce de su existencia en el siglo IX, pero deja de usarse en el siglo XV para volver a sonar en el siglo XVIII. Cuando se publica este libro en la década del sesenta, la zanfona casi no tiene quien la vibre, e excepción del virtuoso Faustino Santalices y su hijo, oftalmólogo, y seguidor de esta ancestral tradición.

       Y por último, el capítulo V, es una compilación de himnos distintos, que incluye el Himno al Apóstol Santiago, el más cantado, compuesto por el maestro de Capilla de la catedral compostelana Manuel Soler Palmer, y estrenado en 1919 con ocasión de la apertura de la Puerta Santa.

       La parte final del libro agrupa cuarenta y siete textos musicales con sus letras correspondientes, que suponen una aportación muy valiosa a la musicología de los peregrinos.

    Cierra el texto de Echevarría un epílogo firmado por el fraile franciscano, José Isorna, titulado “Andando y Cantando”, porque el Camino de Santiago se hace a través de los andares y cantares prodigados por millones de peregrinos de todo el mundo. Es desde luego, un libro universal y clásico, único en su género, escrito con el conocimiento de un sabio y el corazón de un hombre humilde.

El Camino de Santiago, estudio histórico-jurídico. Elías Valiña Sampedro.

       Sobre Elías Valiña ( 1929-1989) ya se han comentado algunas cosas en otros apartados de este cuaderno. Fue en general un promotor decidido y eficaz del Camino de Santiago en los albores de los años setenta mediante acciones muy diversas, como la publicación de varias guías, la creación del Boletín del Camino de Santiago, la recuperación de itinerarios, la animación y empuje a las Asociaciones de Amigos del Camino, incluso, llegó a la señalización con flechas amarillas de todo el Camino desde Roncesvalles hasta Santiago. Por lo tanto, él es uno de los pioneros destacados de la recuperación del culto a Santiago en el siglo XX, después de varios siglos de abandono.

    Debe significarse que Elías fue licenciado en Derecho Canónico por la Universidad Pontificia de Comillas en 1959, y posteriormente en 1965 se doctoró en la Universidad Pontificia de Salamanca. Sin duda, esta circunstancia determinó que las inquietudes intelectuales del sacerdote, párroco durante buena parte de su vida de O Cebreiro, jalón del Camino, se decantaran por el análisis jurídico de los peregrinos en el libro El Camino de Sanitago. Estudio-histórico jurídico, honrado con el Premio Antonio de Nebrija en 1965. No es por otro lado esta cuestión jurídica especialmente amable para los eruditos. Al contrario, salvo el estudio de José Mª Lacarra en Las peregrinaciones a Santiago de Compostela, Tomo I, el ámbito del estudio jurídico es un desierto deshabitado, lo que resalta aún más la importancia de esta publicación.

    El libro es publicado por primera vez en 1971, y ha tenido dos ediciones posteriores en 1990 y 2000. La última ha sido patrocinada por la Diputación Provincial de Lugo, previa autorización del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

    Va precedido de dos prólogos, uno de José Guerra Campos, obispo español defensor a ultranza del enterramiento de Santiago en la catedral de Compostela, y el otro de Ramón Yzquierdo Perrín, estimado especialista y profesor de Historia del Arte, los cuales, explicando la estructura interna del libro, realizan un elogio de sus bondades. Les siguen las fuentes y una rica bibliografía, en las que se apoya el ilustre investigador para el desarrollo de sus temas. Cierra el libro un apéndice documental que incluye un artesanal mapa del Camino de Santiago y documentos en latín sacados de archivos diferentes. Todos estos  elementos cimientan con solidez el libro de Elías Valiña, demostrando que la conciliación entre pensamiento y acción no solo es posible, sino también necesaria.

    Consta la publicación de dos partes.

   La  primera se centra en lo que el autor denomina “Ordenamiento jurídico o Código de los peregrinos”, esto es, en el tratamiento que otorgan las leyes civiles y canónicas a esa nueva figura del “peregrino,” común a todo el ámbito europeo, en materias diversas, tales como la protección de la persona y los bienes, el robo y maltrato , los abusos en la peregrinación, la fianza y la prenda, y el testamento y la sepultura del peregrino fallecido. El autor remarca las coincidencias plenas de ambos códigos, el canónico y el común, a la hora de señalar los tipos y sanciones correspondientes a los ilícitos o actos contrarios al ordenamiento. A esto se añade la peregrinación obligada ya sea por sentencia civil o canónica pues algunos reos eran obligados a realizar el Camino de Santiago como castigo o sanción impuestos por las culpas de que se les hacía responsables, es decir, los ilícitos penales. Otras veces, los peregrinos respondían a obligaciones o mandas testamentarias establecidas por terceros, e incluso,  la comunidad o pueblo de donde eran nativos los obligaban legalmente a realizar el Camino.

     La segunda parte es un análisis histórico de las poblaciones de O Cebreiro y Triacastela, dentro del marco del valle de Varcarce. Es sin duda el estudió más pormenorizado que se ha hecho de estos pueblos pues comprende el período que va desde sus orígenes hasta el siglo XIX.  El autor ha querido vincular esta parte a la primera, planteándola como una propuesta en que las normas jurídicas de la primera parte se trasladan a la segunda, pero lo cierto es que únicamente se ponen de manifiesto algunos litigios sobre tierras y heredades que se resuelven con los ordenamientos locales o bien con la invocación a leyes más generales de ámbito interterritorial.

     La persona de Valiña deberá siempre ser positivamente valorada por sus actuaciones a favor del Camino de Santiago, siendo una y principal la aportación al conocimiento del orden jurídico de los peregrinos sean cuales sean sus orígenes o naciones. Es por lo que el autor ha pretendido ver los primeros principios del Derecho Internacional, aunque muy tímidamente.

El Camino Jacobeo. Una ruta milenaria. Teodoro Martínez.

           La publicación del Camino Jacobeo. Una ruta milenaria se produce en el año de 1976, siendo la Diputación de Vizcaya el organismo oficial patrocinador del libro, cuya edición se presenta muy cuidada. Del autor, Teodoro Martínez, solo se sabe por el curioso prólogo que precede al libro que se trata de un religioso con una sólida formación en Historia del Arte y Medieval, a juzgar por el rigor de los comentarios y exposiciones que realiza.

      El libro se articula en dos partes, un apéndice y un prólogo (denominado “pórtico”), firmado por Florentín G. de Andoin, cuyo contenido y forma son arquetipos de una época de la Historia de España. Dentro de un estilo generoso en retórica y circunloquios, el prologuista recrea los jalones más reseñables del Camino de Santiago sin otra documentación que la del autor, y con la intención de loar en último término la vertiente combativa de Santiago contra la religión musulmana, y defensor de los principios del cristianismo.

     La primera parte consta a su vez de veinticinco capítulos de temática heterogénea. Puede resumirse en cuatro apartados globales: aspectos relacionados con Santiago (origen del sepulcro y controversia del sepulcro, iconografía, extensión del fenómeno a Europa y América), los peregrinos y las peregrinaciones (indumentaria,enfermedades, el derecho, motivaciones…), cuestiones generales de historia ( la importancia de Cluny como propagador de la devoción y el arte románico, órdenes militares y cofradías, el Códice Calixtino…) y, por último, aspectos literarios ( canciones del Camino y la épica francesa y española en la peregrinación). De entre tanta variedad de temas, debe resaltarse la separación que realiza el escritor entre la Historia y la Leyenda de Santiago. Aquella se inicia y acaba con los Evangelios y los Hechos de los Apostoles; y a partir de ahí, se forja la Leyenda, tal como se relatan los sucesos del traslado del Apóstol a las costas gallegas y su posterior enterramiento. También incluye la teoría del  de Fray Justo Pérez de Urbel sobre el origen del sepulcro, que coloca las reliquias del Santo en Mérida, desde donde se traslada a Iria Flavia.

     La parte segunda es una descripción global e integral del Camino Francés, desde sus comienzos en Aragón y Roncesvalles, hasta Santiago de Compostela. Previamente, el capítulo veintiséis glosa las cuatro rutas francesas ya conocidas (Turonense, Limosina, Podiense y Tolosana), a donde concurrían todos los peregrinos de Europa. Alguna de las regiones o provincias que atraviesa el Camino es tildada por el autor con un título señero (Tierra de Campos es la vastedad de las llanuras palentinas; la paramera de León identifica el solar que se propaga entre la capital y la comarca del Bierzo; a Galicia le aplica el epíteto de “dulce”). Ya en Santiago, debe destacarse el apartado dedicado a las excavaciones que en la Catedral se realizaron a finales de la década de los cuarenta, que exhumaron la cimentación de la iglesia erigida por Alfonso III , e incluso, el umbral de la primitiva levantada por Alfonso II “El Casto”. Además, se descubrió una necrópolis sobre la que se levantó la Catedral, siendo de aclarar que los enterramientos solían realizarse a ser posible cerca las reliquias de algún santo.

     Pone remate al libro el apéndice que trata de otros Caminos que se seguían en la Península, pues no debe olvidarse que son muchas las sendas que desde cualquier origen tenían como meta la ciudad de Santiago. Concretamente, el escritor se detiene en varias rutas gallegas, en las que atravesaban las Vascongadas,  otras que iban desde Bilbao a Santander y Oviedo, la ruta de la vía de la Plata en el tramo de Mérida a Astorga etc.

     No faltan fotografías de monumentos importantes, algunos mapas trazados a mano alzada y algunos curiosos dibujos de pequeño tamaño, cuyo autor desconocemos.

     Es un libro de estilo sencillo y claro, a la vez que muy documentado y elaborado, que aporta copiosa información sobre este tema jacobeo. Como ningún libro es perfecto, en esta ocasión el autor implora el retorno a una vida pía para compensar la pérdida de los valores religiosos promovida, dice, por “poderes tenebrosos”. Es una opinión que adquiere sentido en el contexto del período de transición a la democracia española, año de publicación de este importante libro.