El enciclopedismo, de origen francés, supuso la compilación y divulgación del saber científico a toda la sociedad europea del siglo XVIII. Ahora, La Gran Enciclopedia del Camino de Santiago viene a representar, como las primeras enciclopedias galas, el resumen y la propagación del saber jacobeo a toda la comunidad española y europea.
Varias son en mi opinión las condiciones de una obra enciclopédica.
La primera condición es la densidad de su contenido. Es una magna obra de 18 volúmenes, coordinada por Manuel F. Rodríguez, en la que participan un colectivo de más de sesenta investigadores y especialistas, fotográfos y diseñadores gráficos del Camino de Santiago, procedentes de diversos países. Consta de 4.000 páginas, más de 3.000 entradas, 2.000 fotos y 100 mapas, que da una idea del trabajo acometido y del ingente conocimiento atesorado.
La segunda característica es el interés de los temas. No es solo cuestión de cantidad, sino de calidad en cuanto a la selección de asuntos y temas. El volumen 1º resume los contenidos de que trata, a saber, personajes históricos y legendarios que tuvieron que ver con los orígenes del Camino; investigadores y estudiosos, a excepción de los que están vivos y que, por lo tanto, engrosarán el futuro de la Enciclopedia con el paso del tiempo; personalidades que han impulsado el renacer del Camino en el siglo XX; peregrinos y el mundo del peregrinaje; textos y autores anteriores al descubrimiento del sepulcro supuesto de Santiago y posteriores al mismo suceso; toponimia, caminos y lugares del mundo relacionados con el fenómeno jacobeo; la música y la literatura; la semiología o los símbolos. En definitiva, la obra abarca el mayor haz posible de asuntos y, por lo tanto, integra admirablemente todo el orbe de contenidos jacobeos.
No puede concebirse la vocación universal de la enciclopedia, si no va acompañada de un estilo claro, conciso, directo, preciso y objetivo. Otra de las condiciones. En este sentido, las entradas son expuestas de forma sencilla y transparente, lo que permite que la lectura sea fluida y fácilmente comprensible. Los tecnicismos y neologismos propios de las disciplinas son resueltos favorablemente mediante su adaptación a un lenguaje próximo y cercano. En cuanto a la precisión de las definiciones debe subrayarse la brevedad de los artículos, que se limitan a explicar esencialmente los aspectos fundamentales, alejándose de los circunloquios o falsa retórica. Y por fin, la objetividad es un hecho fácilmente constatable, pues se evitan matices o valoraciones de autor, por otro lado tan atrayentes, que puedan comprometer la cientificidad de cada una de las entradas.
Por último, el objetivo final de los autores que inspiraron el enciclopedismo dieciochesco era la formación de las masas, pues existía la conciencia del cambio social mediante el fenómeno de la ilustración. En consecuencia, la enciclopedia nacía para todos y no solo para las minorías. Está clara está vocación de difusión a la inmensa mayoría de la Gran Enciclopedia del Camino de Santiago. La obra fue presentada en 2010 por sus promotores, y simultáneamente divulgada por diecisiete periódicos nacionales. La demanda de la obra alcanzó a lugares tan distantes como Polonia, Ucrania, Sudáfrica, además de los países de la Europa Occidental. En la actualidad, la edición parece estar agotada. Por lo tanto, la universalidad de la enciclopedia resulta un hecho evidente.
Sin lugar a dudas, esta obra es un extenso manual de consulta de temas jacobeos muy importante, que desbrozará las dudas de profanos y expertos y, por consiguiente, hará más fácil el Camino desde cualquiera de sus orígenes. En realidad, esta obra, como la mayoría de los textos escritos frutos de la investigación, son el bordón imaginario donde el incansable peregrino de hoy encuentra el apoyo y la seguridad de otro orden intelectual.
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