No es el propósito de este apartado establecer una relación de los múltiples puentes que jalonan el Camino de Santiago, sino hacer mención de los que presentan en mi opinión algún rasgo o pincelada singulares bien sea por su forma, origen o contexto natural en que está enclavado. Asimismo, en aras de la brevedad, se ha optado por seleccionar uno de cada región por donde pasa el Camino francés y aragonés.
Puente de los Peregrinos de Canfranc (Huesca)
En tierras aragonesas, a la sombra del cementerio de Canfranc, permanece mudo, desafiando el tiempo, el Puente de los Peregrinos. La belleza del conjunto descansa en la sencillez de la morfología y en las frondas frescas que acompañan al río y al puente. Data del siglo XII.La calzada la forman dos ligeras pendientes que se encuentran en la parte central del arco, denominándose este efecto, típicamente románico, como perfil de lomo de asno. La calzada se apoya en un solo arco de medio punto, bajo el cual discurren las cristalinas y rápidas aguas del río Aragón. El material es de sillar en su base y parte media, y según asciende el paramento aparece el sillarejo y la mampostería. Según estos indicios cabe suponer que los medios económicos de que se disponían para su edificación eran escasos.
Puente la Reina (Navarra)
Acaso el más hermoso puente sea el románico de Puente la Reina, en Navarra, sobre las aguas del río Arga, y anejo a la localidad homónima que toma el nombre del mismo puente por contagio próximo. Se fecha su construcción en la segunda mitad del siglo XI, bajo el patrocinio de la reina Doña Mayor, esposa de Sancho el Mayor de Navarra. Situado en la desembocadura de la calle Mayor en dirección a Estella, alcanza una longitud de ciento diez por cuatro metros, viniéndose la calzada a descansar sobre seis arcos de medio punto y un séptimo casi invisible, que a su vez reposan sobre cinco pilares a los que se adhieren tajamares para aliviar la presión de las corrientes de agua. Con idéntica función de drenaje, sobre todo, en períodos de copiosa lluvia, aparecen cinco aberturas o vanos delimitados en su parte inferior por las puntas de los tajamares. El puente tuvo originariamente dos torres en los extremos con fines defensivos y recaudatorios, y una tercera que ocupaba la parte central. Cuenta la leyenda que un pájaro o txori, en vascuence, visitaba a diario a la Virgen gótica que portaba al Niño en brazos, ubicada en esta torre, para lavar con el agua del río su cara y quitarle las telarañas con sus alas. De ahí que se la conozca en los ámbitos locales como la Virgen del Txori. Desde una perspectiva suficientemente lejana el puente ofrece al peregrino un panorama grandioso que aporta, además, el espectáculo de espejear su silueta estilizada en las remansadas aguas del Arga.
El Ebro también guarda silencio a su paso por Logroño, capital de la Rioja, bajo el Puente de Piedra o Puente de San Juan de Ortega, por ser este santo el supuesto padre constructor. Es ya mencionado en el Fuero de Logroño del siglo XI, aunque son tantos los avatares que sufre a través del tiempo que el actual puente, inaugurado en 1882, poco se parece a sus orígenes románicos. Tiene ciento noventa y ocho metros de longitud, siete arcos apoyados en pilares cilíndricos y en 1917 se han incorporados andenes a ambos lados para favorecer el tránsito peatonal.
Fausto papel el de los puentes de todas las tierras que unen los extremos de dos orillas.
Debe estar conectado para enviar un comentario.