El cronista era el escribano acompañante del noble o rey que, diestro en el arte de escribir y estilo claro, contaba los acontecimientos más destacados de su reinado o señorío en un orden cronológico. Hubo también cronistas que capturaron las impresiones de sus viajes a lo largo del mundo, y por supuesto, peregrinos que contaron el elenco de sucesos, hechos e impresiones de los que fueron protagonistas en su andadura a través del camino de Santiago. Ellos son una fuente viva y fresca para la recomposición de la historia del camino.
El primer peregrino cronista del que se tiene noticia es Aymeric Picaud, al que ya dedicamos algunas líneas en apartados- casos los denominábamos– precedentes. Por no repetir ideas, sintetizamos que Aymeric era un clérigo de Poiteau del siglo XII, próximo al Papa Calixto II, presunto compilador del Códice Calixtino o Liber Sancti Jacobi, libro hagiográfico; y seguro autor del Libro V, considerado la primera guía del Camino de Santiago. Parece que en torno al año 1140 el clérigo de Poiteau entrega a la curia catedralicia de Santiago el Códice Calixtino y que fue acompañado, dato nuevo que se aporta, por una misteriosa mujer de nombre Girberga de Flandes, a quien algún autor llama su socia. Hay, incluso, quien sugiere, la escritora Carmen Pugliese, que ella pudo ser la autora cierta del libro atribuido a Aymeric.
Carácter diferente al de Aymeric Picaud es el de Geoffroi de Buletot, de origen parisino y autor del Diario íntimo, año 1381. Adorna a este peregrino un haz de virtudes y cualidades (sencillez, garbo en su estilo literario, sutil inteligencia para entender el entorno, ánimo resuelto para afrontar las dificultades, interés de su historia), que lo hacen tan singular e interesante que bien merece una glosa aparte en el capítulo siguiente.
Siguen a estos peregrinos otros como Nompar II, señor de Caumont, apodado el Barón inglés, que viaja a Santiago en 1417 y un año después a Jerusalén. Parece que de resultas de ambos viajes se produce un cambio de vida del protagonista como consecuencia de una fe profunda en la que se sume; y Hermann Künig Von Vach, que llega a Santiago en 1495 y es redactor de un itinerario a la ciudad compostelana. Ambos recogen y propagan el milagro de la horca y los pollos asados y redivivos de Santo Domingo de la Calzada: el gallo y la gallina asados que el juez empezaba a devorar volvieron a cacarear con plumas de la misma manera que el cuerpo del muchacho ahorcado, falsamente acusado de hurto, estaba vivo porque lo sostenían la Virgen María y el Santo que da nombre a esta espléndida villa riojana. Los milagros, de posterior tratamiento, constituyen un adobo importante del Camino santiagués.
Cómo me gusta leerle y aprendo muchas cosas. Gracias. Saludos.
Enviado desde mi iPad
Me agrada mucho que lo que hago te sirva, Pilar. Inicié este nuevo apartado sobre el camino porque yo me preguntaba cosas y me respondía, pero entendí que a lo mejor también podían aprovechar estos conocimientos otras personas. Por eso decidí iniciar el blog
. Ahora me doy cuenta de que es un tema inabarcable y no sé hasta qué punto debo seguir porque, por ejemplo, si entrara con la cultura- una parte fundamental del Camino- me iría a muchos pequeños capítulos, pequeñas gotitas informativas, que podría cansar o cansarme yo mismo. LO cierto es que comentarios como los tuyos me animan y me empujan. Muchas gracias, sobre todo, por tus ánimos.
Por cierto, aunque no nos conocemos, no me trates de «usted», sino de «tu».
Un abrazo.