Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón, conocidos como los Reyes Católicos, comenzaron el viaje a Santiago un 7 de septiembre de 1486 en la localidad leonesa de Ponferrada. Parece que el séquito acompañante era bien escaso. La comitiva pasó por Villafranca del Bierzo y descansó en Cebreiro para conocer directamente de los monjes benedictinos del santuario la narración del Santo Milagro ( la transformación real de la hostia en carne y el vino en sangre cuando un monje celebraba la eucaristía con la sola asistencia de un vecino que había hecho el sacrificio de acudir a la misa en un día tempestuoso de nieve y viento). Luego atravesaron las localidades de Triacastela, Sarria, Portomarín, Melide y por fin Compostela. Allí permanecieron veinte días y regresaron a la corte el 21 de septiembre. Durante su estancia en la ciudad santiaguina se distinguieron por las dádivas y limosnas que repartían a peregrinos, enfermos y necesitados. Como consecuencia más importante resultó el compromiso adquirido por los reyes para construir un hospital que atendiera las necesidades médicas y alimenticias de los peregrinos y, en efecto, en el año 1511 el Hospital Real de Santiago de Compostela fue finalizado tras diez años de trabajos penosos, convirtiéndose en uno de los más importantes de las rutas peregrinas de la Europa medieval, hoy Parador de Santiago de Compostela u Hostal dos Reis Católicos.
Gonzalo Fernández de Córdoba (1453-1515), de sobrenombre El Gran Capitán, viajó como peregrino con la intención de agradecer al Santo su apoyo en las batallas y hazañas, y llegó a Santiago en enero de 1510. Fue acogido en la residencia personal del arzobispo. En señal de agradecimiento y fervor donó una lámpara que se ha colocado detrás de la imagen del Apóstol. A cerca del peregrinaje de Felipe II (1527-1598) existen algunas dudas sobre la verosimilitud del viaje. Se dice que contando veintisiete años, en 1554, y antes de embarcarse para Inglaterra para contraer matrimonio con María I de Inglaterra, el monarca llegó a Santiago como auténtico peregrino, y que se hospedó durante el viaje en las localidades de Rabanal del Camino (León) donde durmió en la Casa llamada de las Cuatro Esquinas y en Ligonde (Lugo). No hay, sin embargo, datos fehacientes y escritos cotejados de estas últimas afirmaciones.
A partir de este período el camino entra en una franca decadencia, como ya se ha explicado, siendo ya muy pocos los peregrinos que se aventuran a pisar sus senderos, ya deshabitados, ya cubiertos de jaras y zarzas, en otro tiempo gloriosos, hasta que en el último cuarto del siglo XX retorna a una nueva plenitud.
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