El poema «El peregrino» de Luis Cernuda.

           

            Sirva de preludio al relato del peregrino este bello y acabado poema de Luis  Cernuda (1902-1963), miembro de la generación del 27, que está dedicado a sí mismo pues se trata de un monólogo en el que el poeta se desdobla en un «tú». Está ligado a su propia experiencia de «peregrino obligado» pues se exilió tras la guerra civil y murió en esta condición en México. Aunque no es su intención glosar las circunstancias de un peregrino corriente, sin embargo hallo en este poema un aspecto muy interesante que se refiere a la condición errante del caminante que debe despojarse de lo inútil- dinero, honores, soberbia- para ser más puro y más hombre. Concuerda mucho con la estrofa machadiana del «Retrato»:»Y cuando llegue el día del último viaje/….me encontraréis a bordo, ligero de equipaje/, que quiere decir sin cargas materiales o morales que impidan al hombre morir en paz. Estimo que la gran lección es la de vivir así, como el peregrino, libre de las terribles cadenas que nos aherrojan a las miserias y abiertos a los valores más nobles- el ser para el otro, la sencillez, la honradez, el trabajo, la amistad, el amor en fin-. Ser peregrino es intentar ser algo así, sombra de un ideal.

                   Dice:                                      

                                 ¿Volver? Vuelva el que tenga

                                  tras largos años, tras un largo viaje,

                                  cansancio del camino y la codicia

                                  de su tierra, su casa, sus amigos,

                                  del amor que al regreso fiel le espere.

                                  Mas ¿tú? ¿volver? Regresar no piensas,

                                  sino seguir libre adelante

                                  disponible por siempre, mozo o viejo,

                                  sin hijo que te busque, como a Ulises,

                                  sin Itaca que aguarde y sin Penélope.

                                  Sigue, sigue adelante y no regreses,

                                  fiel hasta el fin del camino y tu vida,

                                  no eches de menos un destino más fácil,

                                  tus pies sobre la tierra antes no hollada,

                                  tus ojos frente a lo antes nunca visto.  

                                  Poema escrito en los últimos años de su vida.

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3 pensamientos en “El poema «El peregrino» de Luis Cernuda.

  1. Tienes razón, Fanjul, cuando dices que nuestra vida ha de ser como la de un peregrino, libre de cargas materiales y valores negativos, pero a veces resulta difícil desasirse de todo ello. El hombre occidental ha crecido apegado a las personas, a la materia y a las actitudes negativas derivadas de todo ello. Sin embargo, cuando desde el presente damos un vistazo a nuestro pasado, comprendemos que no merecía la pena tanto sacrificio para el logro de un bien material. Lo mismo puedo decir del apego a las personas, nadie nos pertenece y cuando comprendemos eso, nos quedamos con nosotros mismos y empezamos a experimentar un bienestar interior. Tampoco nos pertenecen las ideas ni la verdad absoluta que tantas pasiones han levantado y por las que, a veces, se han derramado lágrimas.

    Pero no sé, no sé cómo hacer, cómo abandonar al hombre y dejar que pase el peregrino. Resulta difícil perder cosas en la vida, pero mucho más difícil y doloroso es perder a personas, las heridas tardan mucho más en cicatrizar. Sé que hay que apoyar fuerte el báculo del peregrino y seguir haciendo el camino, camino hacia la mar como diría Machado; despojarnos de todo lo que se ve y sobre todo, de todo lo que permanece oculto, de las emociones negativas que nos salpican a nosotros mismos y a todos los que tenemos a nuestro alrededor. Verdaderamente es cierto que con los años aprendemos a serenarnos y a frenar actitudes amorales.

    No sé, pero gracias por recordarme la figura del peregrino y su valor metafórico, es un gran alivio para mí. Quiero buscar la sencillez y hacer de mi camino un recorrido cada vez “más ligero de equipaje”, seguir libre como los hombres “buenos” de la mar.

    • La reflexión la haces completa: ser peregrino en la vida es estar libre de todo, especialmente de lo que nos envilece- dinero, poder, engaño, modas..-. Vas más lejos y dices estar libres de las ataduras- no de los afectos- de las personas que más nos interesan porque ellas no son de nuestra propiedad, como señalas.
      Coincido contigo. Debemos «desasirnos» de las cosas que no nos hacen felices e incluso de la dependencia exagerada de las personas que más queremos. Amar es bueno, pero depender del amor es malo. Entregarnos al otro, buscar el encuentro con el projimo es bueno, pero perder nuestra dignidad por una exagerada dependencia del otro no solo nos anula, sino que nos hunde cuando el objeto del amor desaparece. Pero también es humano ceder a esta dependencia amorosa, como nos ocurre a todos.La teoría la entendemos, pero la realidad nos lleva a veces por otros caminos menos deseables. Entiendo que estás pasando por un momento difícil que te lleva a plantear estas cuestiones tan importantes. Por eso recibe mi apoyo y seguro que no muy tarde volverá a salir el sol para ti. Un beso, Carlota.

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